Cada vez falta menos para la implantación de los nuevos planes de estudios de acuerdo con el Plan Bolonia y se empieza a notar en la Facultad. Algún que otro profesor se acerca preguntando qué tal nos parecería dar tal o cuál cosa en la carrera o qué opinamos sobre tal o cuál asignatura. Se trata de algo que ya no me tocará a mí, pero que indudablemente nos llama bastante la atención y sobretodo porque el que se nos pida opinión (independientemente de si se nos hace caso al final o no) nos hace sentirnos partícipes del cambio. En el número de ARIST del año pasado dedican el primer capítulo a la Historia de las Ciencias de la Información. En él tratan cuestiones tales como la identidad de la profesión, el estatus o la formación (entre otras muchas cosas) y sirve a modo de reflexión al hilo del cambio en los planes de estudios.
En primer lugar distingue claramente dos disciplinas y, por tanto, deja entrever la existencia de una tercera:
- Ciencias de la Información. Son las sucesoras de la antigua Documentación (¿les suena de algo? en el capítulo se refiere a los documentalistas como aquellos que trabajaban en lo que acabo siendo Ciencias de la Información allá por los años treinta. Ahora entiendo la sorpresa de aquel americano cuando le nombré el término). El eje central del capítulo.
- Biblioteconomía. O como se le quiera llamar, ya saben que ahora resulta ser un nombre poco comercial. Se distingue de la anterior en su carácter menos científico y más profesional.
- Archivística. Es la innombrable, la que siempre nos dejamos en el tintero, pero que sin duda alguna debe tener cabida en los planes de estudios.
A mi modo de ver se trata de tres ramas o de tres disciplinas estrechamente vinculadas y que, aunque algunas han sido excluidas del nombre de la titulación, deben estar presentes. Pero deben estar presentes con ligeros matices. Una de las quejas más comunes que hay entre los alumnos es que no llegamos a enterarnos de qué va el tema hasta que ya llevamos tres o cuatro años. Hay un popurrí de asignaturas que tocan todos los palos pero no se centran en ninguno provocando desconcierto entre los alumnos que llegamos a preguntarnos si realmente sirven para algo algunas de las asignaturas que se nos imparten. Creo que la manera de solventarlo es orientando la titulación hacia algún aspecto, en uno u otro sentido. Al igual que en su momento la Facultad de la UGR era conocida por tener un corte tecnológico o la Facultad de la USAL por su corte más archivístico. Una titulación que englobe tres disciplinas o no sirve o es extremadamente larga, por lo que hay que centrarse. Esto favorecerá la formación del alumnado y además servirá para otorgarle cierta personalidad y coherencia a la Facultad.
Por otra parte, habrá que hacer frente a ciertas carencias que tiene la disciplina y que históricamente han supuesto un lastre para la profesión y que han impedido darle cierta unidad:
- Falta de sustento teórico.
- Ausencia de un perfil profesional evidente.
Y de un nuevo problema que cada vez se hace más evidente en las aulas: el rápido desarrollo tecnológico. Es necesario que los cambios que se hagan permitan cierta flexibilidad a parte de un esfuerzo por parte del profesorado para mantener actualizado su temario (la web 2.0 no existe en las aulas, por ejemplo). Pero no sólo es necesaria la actualización tecnológica, sino en aquellas cuestiones que se ven afectadas directa o indirectamente: propiedad intelectual, historia de las políticas sobre información adoptadas por los distintos gobiernos a lo largo de la historia, el crecimiento de la industria de la información, economía de la información, etc.
Además, en el capítulo del ARIST, Colin Burke incide en la necesidad de investigar y ahondar sobre la historia de los perfiles de los profesionales de la información y de sus carreras. Investigar sobre los planes de estudios seguidos, los empleos que han encontrado, las demandas del mercado, con el fin de establecer una base empírica para plantearnos las necesidades formativas que tienen y que requiere la sociedad. Se trata de responder (traducido literalmente) a las siguientes preguntas: ¿Cuáles fue el nivel mínimo exigido a los estudiantes? ¿Cuál era la situación económica y social de los alumnos? ¿Qué tipo de trabajos encontraron después de completar su formación?
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