martes, 16 de diciembre de 2008

Ya veremos...

Había una vez un niño muy pobre y muy querido por su pueblo que quería tener un caballo. Sus vecinos se lamentaban de la mala suerte del crío cuya única ilusión era prácticamente imposible. Un día, como por arte de magia, apareció un caballo en la puerta de su casa. Todo el pueblo gritaba de júbilo por la suerte del niño pobre que hacía su sueño realidad. Sin embargo, al preguntarle, el maestro Zen se limitaba a contestar "Ya veremos...".

Un día, el niño convertido en joven, montando el caballo se cayó y se partió una pierna. El médico poco pudo hacer y quedó tullido de por vida. En el pueblo los vecinos se lamentaban y lloraban la mala suerte del pobre muchacho. "Ya veremos", dijo el maestro Zen...

Años más tarde, llegó la guerra al pequeño pueblo y ordenaron reclutar a todos los hombres en condiciones de luchar. Todos abandonaron el pueblo a excepción del joven, que debido a su pierna tullida no se encontraba en condiciones de marchar. Los vecinos no cabían en su asombro, y felices por el golpe de suerte que azotaba nuevamente al joven, corrían a celebrarlo. Sin embargo, el maestro Zen seguía impasible, "Ya veremos..."

Llevaba ya mucho tiempo deseando empezar una entrada al más puro estilo Yoriento (espero que aceptes burdos imitadores) y me pareció idónea esta historieta para ilustrar la reflexión que nos trae hoy el genial Otis B. Driftwood con motivo de su sexto cumpleaños (¡felicidades!). En ella reflexiona sobre los enormes cambios que las nuevas tecnologías han producido en nuestro comportamiento como consecuencia de los cambios que se han producido en ellas.

Lo que antes era impensable hoy es pan de cada día y ¡ay del fatídico día en que no podamos conectarnos a Internet y no ver las fotos del prójimo o del no tan prójimo! Habla de animales sociales que ya no se esconden, ansiosos por exhibirse sin tapujos, informando por el Twitter hasta de cuándo van al baño y de cómo hace tan solo un par de años (los que este blog tiene, fíjate tu por dónde) tener un blog era tan novedoso que casi se consideraba un acto de egolatría y exhibicionismo.

Los blogs, a fin de cuentas origen de todo el torbellino, han acabado por ser una extensión, seguramente anquilosada, de las redes sociales que están fagocitando ahora mismo el universo internetero conocido.

Afirma el sabio de Otis, resumiendo en pocas líneas lo que tanta polémica suscitó, revelando de este modo la sabiduría del maestro Zen al sentenciar cada suceso con un "ya veremos..."

2 comentarios:

  1. Me abruma usted con tanto elogio, oiga. ¡Gracias! Me alegro de que el post te haya dicho algo :-)
    Y felicidades a ti por los dos años. Se pasan rápido, eh...

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  2. Pues muchas gracias, la verdad es que sí, pero bueno, esperemos aguantar mínimo otros dos más!!

    Un saludo!

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