A lo largo de los últimos años, hemos vivido un boom en la aparición de repositorios institucionales por parte de las Universidades, llegando a convertirse en el nuevo estandarte del movimiento del Open Access. Sin embargo, y a pesar de la importancia y repercusión que parecen acaparar, su papel dentro del nuevo mapa de la comunicación científica, está lejos de ser evidente. Con unos objetivos tal vez excesivamente ambiciosos y dentro de un modelo todavía difuso, resulta complicado medir el éxito o fracaso de los mismos.
Recientemente, ha salido publicado un trabajo de Rodríguez-Armentia, N y Amat, CB (2010) en el que se cuestiona precisamente, la capacidad que tienen los repositorios institucionales para fomentar prácticas de acceso abierto, difusión y compartir entre investigadores. Los resultados de su estudio son aplastantes, solo el 5.31% de los documentos que se depositan para la libre disposición, se encuentran en repositorios institucionales.
Estos datos, un tanto deprimentes, no indican en cualquier caso que la creación de repositorios institucionales constituya una mala práctica, sino que el enfoque planteado hasta el momento no es el correcto. Y es que el objetivo de los repositorios institucionales debe ser otro y no el de convertirse en lugares de consulta para el investigador (que, por razones obvias, siempre se decantará por los repositorios temáticos y los portales editoriales, si es que aspira a mirar más allá de Google Scholar, el gran beneficiario del Open Access), y éste debe ser el de servir como herramienta para que la propia institución pueda controlar su producción.
Kim, J (2010) trata el tema de las motivaciones que llevan a los investigadores a compartir o no sus documentos en acceso abierto, algo muy esclarecedor sin duda para analizar la importancia que éstos le dan este tipo de iniciativas:
- Factores positivos. Altruismo, una cultura autoarchivo, habilidades tecnológicas y la percepción de que no afecta negativamente a la promoción ni a la permanencia en el puesto de trabajo
- Factores negativos. La edad, los derechos de autor y la pérdida de tiempo que supone
Especialmente interesante me parece el último factor positivo, el hecho de que perciban el acceso abierto como algo “que no afecta negativamente” no se sabe si es positivo o negativo, ya que no acaban de declarar explícitamente el Open Access como algo beneficioso. Por otro lado, los factores negativos no son nada nuevos: los derechos de autor siguen siendo uno de los principales motivos que desmotivan a los investigadores a la hora de compartir, junto a la barrera generacional y la falta de convencimiento.
En conclusión, el movimiento del Open Access parece haber llegado para quedarse, sin embargo, sigue sin estar claro cómo debe de funcionar el nuevo modelo de publicación científica en el que sin duda, las revistas seguirán jugando un papel crucial.
Kim, J. Faculty Self-Archiving: Motivations and Barriers. Journal of the American Society for Information Science and Technology. 2010 Accepted Online first
Rodríguez-Armentia, N.; Amat, C.B. Is it worth establishing institutional repositories? The strategies for open access to Spanish peer-reviewed articles. Learned Publishing. 2010, 23 (3): 193-208
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