Some people take, some people get took. And they know they’re getting took and there’s nothing they can do about it
(The Apartment, 1960)
Volviendo un poco a los orígenes de los blogs, aquellos cuadernos de bitácora que ejercían a modo de diario, me decido a contar hoy una historieta de esas que resultan cuanto menos curiosas y aleccionadoras para aquellos que las sufren.
Resulta que hace ya unos nueve meses o así, inmerso en mis labores de bibliotecario estrellado, recibí la tentadora oferta por parte de un investigador al que llamaremos Perico, de participar con él en la edición de un número especial de una de aquellas revistas pertenecientes a lo que mi compañero Álvaro tildó en su momento como editoriales fraudulentas. Al parecer había recibido un correo de una revista nueva que le invitaba como experto en su especialidad a liderar un número especial de la revista con el objetivo de darle visibilidad. He de señalar antes de nada que soy contrario a la opinión de Álvaro como ya le he manifestado en alguna tertulia de cafetería, puesto que en ningún momento estas revistas cometen tal fraude. Aunque cierto es que utilizan ‘malas artes’ para seducir a aquellos que se dejan ser engañados, enfebrecidos por la necesidad de rellenar casillas en su currículo investigador en su afán por progresar en la carrera investigadora. Y lamentablemente, Perico, potencial aspirante a la acreditación de catedrático, era uno de ellos. Y por ende, servidor también, arrastrado por su entusiasmo y por participar en un proyecto novedoso para mí.
La revista en cuestión no está indizada en ningún sitio y en ese sentido no supone ningún mérito añadido de acuerdo con las agencias evaluadoras, pero siempre es adulador que a uno le inviten y supone un mérito más que añadir. Una vez me decidí a participar en semejante empresa, entre Perico y yo buscamos un buen equipo internacional de editores invitados que nos acompañarían en la selección de documentos y en la invitación de potenciales autores. Dicho y hecho, compusimos el equipo e invitamos a compañeros y amigos a participar en el proyecto enviando sus artículos. Si el tema comenzó a mediados de verano, para navidades ya teníamos todos los manuscritos en nuestras manos y comenzamos a enviarlos a revisores y a recibir sus informes. En esas estábamos cuando dos o tres meses después se torció el tema. Los autores de los trabajos aceptados empezaron a recibir correos por parte de la editorial en los que se les exigía 1000 dólares, ni uno más ni uno menos, por lo que ellos llamaban article processing charges, es decir, gastos de edición de los artículos. Un precio cuanto menos excesivo cuando los editores invitados habían sido los encargados de llevar a cabo todo el proceso de revisión por pares y selección de documentos. El mínimo de artículos necesarios para que el número especial saliera adelante era de 10 trabajos, hagan las cuentas. Extrañados y sorprendidos rápidamente nos pusimos en contacto con los editores preguntando a qué se debían estos correos máxime cuando los trabajos respondían a una invitación por parte de la revista y no al interés de los autores de publicar en la misma.
Y… ¡Equilicuá! En ese momento fue cuando hizo su estelar aparición la odiosa letra pequeña. En la página web de la editorial, bien escondido, se indicaban las cláusulas que obligan a pagar a los autores que quieran publicar en sus revista aduciendo que se trata de revistas de acceso abierto. Perico, que no sabe exactamente de qué va todo este rollo del open access ni le interesa lo más mínimo, encolerizado, no tardó en contactar con los editores y mostrarles su indignación y rápidamente rompimos de raíz nuestra relación con ellos dando por zanjado el asunto y enterrando de paso muchas horas de trabajo. Obviamente, la información aparecía y en ese sentido lo más que podíamos aducir en nuestra defensa fue nuestra negligencia e ingenuidad al acceder a la invitación. Pero queda preguntarse qué porcentaje picará y acabará accediendo a pagar tales cantidades por publicar en semejantes revistas dejándose, - seguramente y tal y como sucedía en la película de Jack Lemmon, - engañar conscientemente con tal de publicar.
Tras esta experiencia, por mi parte queda aprendida la lección y mi desconfianza hacia aquellos que cobran a quienes generan contenido y no a quienes lo consumen.
A mí un amigo me arrastró a un timo piramidal de este tipo. Sé por lo que estás pasando... ¿Has pensado mandar ese artículo a otra revista?
ResponderEliminarOtros te cambian publicar porque les invites a parrandas en tu uni, que hay por aquí una cuadrilla que no veas... por cierto ¿la editorial? al fin y al cabo la info es pública en su web, como ellos dicen...
ResponderEliminarBueno, al menos es más inofensivo el tema de la parranda y siempre tienes la oportunidad de pirulearles :P
ResponderEliminarEn cuanto al tema de la editorial, mi intención no es tanto señalar a tal o cual editorial. Sino más bien meter un poco de cizaña contra el modelo de 'pagar por publicar' que tan de moda se está poniendo con el tema del open access y que al final no hace más que volverse en nuestra contra.No obstante, escríbeme al mail y no tendré problema en decirte cuál es.
Un saludo
(DRAE) Fraude: 1. m. Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete.
ResponderEliminarEntre "malas artes" y fraude hay una línea invisible y dificil de determinar. Tengo que decir que esta editorial en concreto no estaba incluida en el listado que publiqué de editoriales fraudulentas, así que le podemos conceder el beneficio de la duda. En cualquier caso, en el fraude, como en todo, hay grados, puedes defraudar cien euros o cien millones, pero se llama igual. La intención de engañar y ocultar información es evidente, pero como bien indicas para que haya fraude debe haber una víctima propiciatoria, deseosa de algo de lo que ofrece el estafador.
Yo creo que en este sentido debemos de hacer más pedagogía, e informar bien a los investigadores de las condiciones en que operan estas editoriales. También pienso que las instituciones deben ser más claras con este asunto y señalar taxativamente a sus investigadores que no pierdan el tiempo con gente de esta calaña.
Un abrazo!
El término fraude entraña sus complicaciones ya que aparte de la definición que ofreces, también puede ser considerado como delito. Estas revistas pueden mantener éticamente posturas bastante discutibles y de hecho ya indico mi oposición a este modelo de negocio de pagar por publicar, sea la revista buena o mala. Lo que no creo que se deba hacer es insinuar que delinquen y en ese sentido, no las considero ningún fraude, las considero engaña bobos como bien indico. No mienten, simplemente van lanzando anzuelos a ver quién pica. El problema y la responsabilidad es, en última instancia, del que pica.
ResponderEliminarPor otra parte, estoy totalmente de acuerdo contigo de que a los investigadores les hace falta más de un cursillo para que no se lancen con los brazos abiertos a la primera de cambio. Pero muchas veces da la sensación de que están metidos en una profesión cuyas reglas de juego desconocen y que en muchos casos se aclararían simplemente leyendo qué es lo se les pide que hagan.
No me lo puedo creer después de todo el trabajo. La película 'The apartament' todo un acierto. Ya me lo cuentas mejor porque es increíble que se cobre por generar contenido y por mucho que aparezca en la web, eso tendría que indicarse. Besos
ResponderEliminarYo no estoy de acuerdo con tu postura de generalizar sobre el cobro de tasas por publicar.
ResponderEliminarNos guste o no hay un trabajo detrás... la organización de la revisión por pares, los servidores, las actualizaciones. Sí, es cierto que lo principal, el contenido y las revisiones, se hacen de manera gratuita, pero el coste está ahí. Un ejemplo de las cosas claras y bien hechas: PLoS.
Además, ¿no estamos igualmente pagando por las suscripciones a las revistas que no son OA? A lo que tenemos que llegar es a un modelo en el que los empleadores, las bibliotecas o las agencias de financiación se encarguen de asumir estos costes... y haya una política clara de cuáles son las editoriales fiables y cuáles no.
Francamente... no me parece justo demonizar un sistema sólo porque aparezcan los aprovechados de turno. Es como si yo dejara de pagar la cuota de mi ONG favorita porque algún listo se lo ha llevado calentito en alguna otra.
Hola Sergio! Qué alegría verte por aquí! Yo pienso que el modelo de negocio que plantea PLoS, un caso de éxito obviamente, es equivocado y que no justifica este descontrol y aprovechamiento por parte de muchas editoriales OA.
ResponderEliminarMi postura a este respecto es que estamos en un momento de transición donde la revista deja poco a poco de tener ese papel trascendental como el principal medio de comunicación que tenía y por tanto, se están viviendo muchas tensiones entre editoriales e investigadores (vía verde, vía dorada). La gran tragedia para las revistas en mi opinión, es que algunas comunidades de investigadores ya le hacen igual caso a un artículo publicado en una revista seria y con peer review que a un paper subido a un repositorio (caso Arxiv por ejemplo) y eso las deslegitima. Ante ese panorama, ¿cómo justificar lo que piden para que un autor publique cuando subir un trabajo a un repositorio (que también conlleva una serie de gastos de mantenimiento) es gratis? Obviamente, esta afirmación, es una exageración, pero es en cierta manera lo que bajo mi punto de vista, está ocurriendo.
Por otra parte, está la versión más egoísta del tema ¿por qué debe un investigador pagar por nutrir de contenido una revista? Debe de estar muy justificada la inversión para que tal caso ocurra. PLoS es un caso de éxito porque lo justifica y con creces, publicas en una revista de gran prestigio, pero ¿y el resto de revistas desconocidas?
Está claro que es un tema bastante polémico, con muchas preguntas y pocas respuestas... pero ¡bienvenido sea el debate!