Es curioso cómo afecta muchas veces el término utilizado a una disciplina, a una institución o incluso a un conjunto de profesionales. En todas las disciplinas siempre han existido un grupo de "profesionales", a los que podríamos denominar teóricos que se dedicaban a polemizar ante tal o cuál término para denominar tal o cuál aspecto de su profesión mientras el otro grupo (al que podríamos denominar como los prácticos o simplemente profesionales) que eran los que se realmente se dedicaban a ejercer la profesión sin importarles en absoluto cuestiones meramente teóricas y sin aplicación práctica alguna.
Sin embargo, con esto de la información, la cosa afecta a todos. Es curioso cómo un término puede afectar a todo un gremio. Y, no obstante, así es. Parece que hay ciertas palabras guays y palabras feas, palabras con futuro y palabras, palabras que ya no significan nada. Oigo decir por ahí: 'El nombre biblioteconomía... ¡Ay, cuánto daño ha hecho a esta profesión!' Y pienso, ¿daño?, daño será el que le hemos hecho nosotros a la biblioteconomía dándole esas connotaciones tan terriblemente aburridas.
Pero información... Información es otra cosa, información suena bien, es una palabra que tiene fuerza, que vende. Tal vez sea porque los periodistas siempre la utilizaron y los periodistas son más guays que nosotros. Porque seamos realistas, el término Ciencias de la Información es un término vacío, un término completamente artificial que hemos moldeado a nuestro gusto para hacer marketing, para confundir al pobre estudiante de bachiller que elige carrera y sumergirlo en las oscuras artes de la Biblioteconomía y la Documentación.
A veces me paro a pensar en estas cosas y en nuestras peleas con los periodistas por apoderarnos del término Ciencias de la Información (término que es nuestro en el resto del mundo), y entonces me acuerdo de la Biblioteconomía, ahí sola, marginada y triste...
Sin embargo, con esto de la información, la cosa afecta a todos. Es curioso cómo un término puede afectar a todo un gremio. Y, no obstante, así es. Parece que hay ciertas palabras guays y palabras feas, palabras con futuro y palabras, palabras que ya no significan nada. Oigo decir por ahí: 'El nombre biblioteconomía... ¡Ay, cuánto daño ha hecho a esta profesión!' Y pienso, ¿daño?, daño será el que le hemos hecho nosotros a la biblioteconomía dándole esas connotaciones tan terriblemente aburridas.
Pero información... Información es otra cosa, información suena bien, es una palabra que tiene fuerza, que vende. Tal vez sea porque los periodistas siempre la utilizaron y los periodistas son más guays que nosotros. Porque seamos realistas, el término Ciencias de la Información es un término vacío, un término completamente artificial que hemos moldeado a nuestro gusto para hacer marketing, para confundir al pobre estudiante de bachiller que elige carrera y sumergirlo en las oscuras artes de la Biblioteconomía y la Documentación.
A veces me paro a pensar en estas cosas y en nuestras peleas con los periodistas por apoderarnos del término Ciencias de la Información (término que es nuestro en el resto del mundo), y entonces me acuerdo de la Biblioteconomía, ahí sola, marginada y triste...
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