Resulta cómico. Al menos aquí en España. Evidentemente no hablamos de una biblioteca cualquiera, sino de la British Library, donde los escritores y estudiosos se quejan de que la biblioteca está llena de estudiantes y no hay sitio (literalmente) para sentarse. Si es que ya lo dijimos, en Inglaterra hablar de bibliotecas es otra cosa.
(Original)
Han conseguido convertir las bibliotecas en centros sociales en los que los jóvenes se citan para hablar, conectarse a Internet o simplemente hacer los deberes. Los usuarios originales, los de toda la vida se muestran, digamos que reacios al cambio. No pueden concebir la biblioteca como tal y se quejan de que que la biblioteca se ha convertido en una especie de biblioteca escolar o de patio de recreo y dicen que se debería de hacer algo para que los universitarios acudan a las bibliotecas de la Universidad.
Vaya, todo un lujazo para los bibliotecarios que tienen que estar alucinando. Aquí os dejo algunos de los comentarios de los reaccionarios (otra vez traducciones chapuceras, pido perdón de antemano):
Tuve que esperar veinte minutos para entrar, en la calle con un frío espantoso. Después esperé otros veinte minutos para dejar mi abrigo en el ropero. Después media hora para sacar los libros y otros quince minutos para recoger el abrigo. Me dicen que se debe a la gran cantidad de estudiantes universitarios que hay ¿No podrían irse a sus bibliotecas universitarias?
Otro más:
Es absurdo. Se ha vuelto una locura entrar. Hay muy buenos puntos de acceso, pero convertir la Biblioteca Nacional, que estaba reservada para especialistas, en un sitio para todo tipo de usuarios me parece terrible.
En fin, así está el panorama. Ya lo dije, resulta cómico. Un apunte, los bibliotecarios que trabajan allí reciben un plus por el número de visitas. A tomar nota.
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