Hace unas semanas escribí un post titulado "10 razones para ser bibliotecario", donde traducía, o más bien parafraseaba, este otro post de 2006 que escribió una bibliotecaria estadounidense. Como consecuencia de ello, Verónica Juárez Campos, una profesional mexicana, aprovechaba para reflexionar sobre estas razones desde su punto de vista, haciendo algunas apreciaciones bastante interesantes. Unos días después, Loida García-Febo, bibliotecaria de la Queens Library, Nueva York, me escribió mostrándome su interés por el post y mandándome una serie de preguntas para que reflexionara sobre aspectos generales de la profesión, para luego hablar sobre las similitudes entre profesionales estadounidenses y españoles.
Leyendo los tres posts, uno se da cuenta de que estas similitudes no sólo se dan entre España y Estados Unidos, sino también con México. Las diferencias son mínimas y la concepción que los bibliotecarios tienen de sí mismos y de su profesión es prácticamente idéntica. Los inconvenientes y las ventajas son muy parecidos y estamos más o menos, en el mismo punto. Es más, vamos en la misma línea de cara a la superación de los problemas que afronta la profesión. Es importante señalarlo porque muchas veces no somos conscientes de ello y creemos que esa "crisis de identidad" que vive la profesión es un problema local, recriminándonos en algún caso la forma de actuar y entrando en cuestiones puntuales que no son realmente trascendentes. Cada cierto tiempo aparecen en Iwetel discusiones ya clásicas sobre la importancia del título universitario, el ocaso de los estudios de ByD o la necesidad de asociaciones fuertes y colegios profesionales. Evidentemente, habrá cuestiones que sean locales y que puedan solventarse con un poco de consenso entre los profesionales, pero otras son parte de un problema más grande (¿realmente es un problema?) que es la juventud de los estudios y de la ciencia como tal, y la revolución que ha supuesto Internet. Revolución que aún no ha sido digerida.
Lo que pretendía cuando publiqué ese primer post era cambiar un poco el tono siempre pesimista y negativo que muchas veces se transmite cuando se tratan todas estas cuestiones. Ser bibliotecario tampoco es tan malo.
Y es que a veces es mejor ver el vaso medio lleno y no medio vacío.
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