En muchas ocasiones se ha mencionado el gran parecido que existe entre los principios de la Web 2.0 y la estructura normativa de la Ciencia enunciada por Merton, el padre de la Sociología de la Ciencia, resumida en sus famosos principios CUDOS. De hecho, mi colega Dani suele ilustrar este parecido en sus numerosos cursos reflejando los puntos en común existente. Pues bien, acaba de publicarse recientemente un interesante artículo de opinión en JASIST en el que se ofrece una interesante reflexión sobre esta analogía, analizando hasta qué punto es cierta.
En particular, este trabajo analiza punto por punto cada uno de los principios de Merton viendo hasta qué punto se cumplen o pueden cumplir mediante el uso de las redes sociales y la Web 2.0. Es evidente que el uso de las redes sociales y los blogs por parte de los científicos debe verse como algo positivo y que suponen un mayor acercamiento entre ciencia y sociedad. Lo que no es tan evidente es si estos nuevos canales de comunicación pueden aspirar a convertirse en una alternativa real a los tradicionales canales de comunicación científica; las revistas. Puesto que, tal y como afirman los autores (la negrita es mía):
Informal dissemination of data via blogs or social networks and discussion in these channels circumvents traditional or “organized” sentinels. In this setting, quality must also be preserved. Although any Orwellian attempt to regulate social media discourse would be akin to monitoring coffee-room discussions, scientists should be aware of the wider audience that has access to any data disseminated informally. How do we differentiate between science that is widely discussed on social networking sites due to “tabloid” value versus that which are discussed due to genuine scientific merit?
Por otra parte, pone de relieve la falsedad de un mensaje que suele lanzarse para promover el uso de estas herramientas y es el de la universalidad, uno de los principios mertonianos. Ya que se considera como tal la comunicación del descubrimiento científico independientemente del prestigio asociado al emisor, algo que en la Web 2.0 es eminentemente falso y donde la reputación del emisor suele ser el primer filtro que debe pasar cualquier mensaje que se quiera lanzar. Si bien es cierto que en la ciencia existe el conocido Efecto Mateo, no puede negarse por otro lado que se hace un esfuerzo importante mediante el proceso de revisión por pares, y especialmente cuando es un proceso ciego, por dar prioridad al mensaje y no al emisor.
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